martes, 7 de abril de 2009

LLENAR LA CABEZA

A raíz del reclamo indígena para el cambio de los médicos del hospital, de la distribución de la ayuda social por ellos mismos, y por quejas del funcionamiento interno del partido justicialista, aquellos que se vieron afectados directamente por las críticas, recurrieron a la búsqueda de chivos expiatorios mediante una actitud profundamente racista: la de acusar a terceros del corte de rutas. Digo racista porque se escuchaban frases como que otros “les llenan la cabeza”, “los manejan”, etc. Es decir que la imagen que esas personas tienen de los aborígenes es que son una especie de conjunto de opas que no saben lo que quieren, que tienen la cabeza vacía, y que necesitan que alguien los maneje. Tal es su distancia de la realidad indígena. Como lo expresaba con exactitud Serafín Cuellar: “Nosotros somos mayores de edad y sabemos muy bien lo que queremos. No necesitamos que nadie nos maneje”. Esto se hacía patente cada vez que la gente se acercaba a conversar con ellos en el lugar del corte, leía su petitorio y se sorprendía de la convicción y fundamentación de los argumentos, así como las propuestas concretas presentadas como alternativa a la situación actual.Es difícil imaginar que un grupo humano tan vulnerable se pudiera unir sin diferencias de partidos políticos ni religión para pedir el cambio de médicos que los tratan y atienden bien. Creo que no debe haber antecedentes en el planeta. El justicialismo de esta localidad tiene que afrontar las consecuencias de su funcionamiento dedocrático y antidemocrático. Algún día alguien iba a tener que reclamar. Fueron los Wichí. El programa Paicha fue cuestionado desde un principio por el Colegio Profesional de Trabajo Social de la Provincia. Seguramente sabían por qué. Cuando las cosas se hacen mal, no pueden terminar bien. Es inútil tapar el sol con la mano.

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